
Volver… siempre volver a pisar las calles y rincones de
Toledo que, aunque haya cambiado mucho, se mantiene
inamovible como peana del Corpus en su suelo.
«Tú preparas con sabiduría tus revelaciones
y estableces todo con suavidad.
Tú has ascendido más allá de los astros:
Tu nombre es el Señor.
Tú eres el pan vivo y verdadero
Que has bajado del cielo para colmar a los hambrientos,
Más aún, para ser Tú mismo el alimento.
Te tenemos en el Pan con el que se fortalecen los corazones,
Para que, por el prodigio de este pan
podamos sin estorbo de la carene y de la sangre,
ayunar estos días consagrados a tu nombre,
siendo Tú mismo nuestro Pan
porque sacias con Pan celestial a tus pobres».
Es cierto que en el tiempo de la composición de la Liturgia
mozárabe no se celebraba la So lemnidad del Cuerpo y de la
Sangre del Señor y por tanto no se compuso la misa que se
celebra en esta solemnidad, en los siglos de la elaboración
de la eucología mozárabe que
comprende el arco del siglo V al VIII, sin mayores
precisiones que no las requiere el momento. Con la misma
certeza se ha de afirmar que los expertos convocados por
Cisneros para la edición del Misal Mozárabe de 1500,
aprovecharon para esta solemnidad algunas oraciones como la
consignada en el texto, que sí es claramente de los
primitivos tiempos de la liturgia hispana, toledanamente
llamada mozárabe. Así damos fe de una intuición toledana. A
la hora de componer una misa, ya hay textos en la iglesia
primitiva mozárabe que veneran el Santísimo Sacramento. Es
interesante constatar este fenómeno que puede pasar
desapercibido para un forastero, pero late profundamente en
un toledano. Y hubo glosa del Pan y celebración del
Altísimo. No estaba establecida la fiesta, pero ya se
celebraba el Misterio.
Volver… siempre volver a recordar: El Corpus, su nacimiento.
Es evidente que en todas las fiestas se celebra la presencia
del Señor en todos sus misterios –ésta es la fe de la
Iglesia que me honra por cobijarme- . Es imposible celebrar
la Eucaristía sin la presencia de Cristo en su nacimiento,
en su predicación después de treinta años de trabajo, su
pasión y su mandato nuevo, su resurrección y su ascensión a
los cielos. Todos los misterios de la vida de cristo se
perpetúan en la Misa. Ya la Iglesia celebraba el jueves
santo una fiesta en honor de la Eucaristía –llamada Natalis
calicis al decir de los Santos Padres, pero…
En Mont-Cornillón, junto a Lieja, una religiosa, en oración
contemplativa, desprendía sus anhelos en honor de la
E ucaristía. El año 1208, la beata Juliana tuvo una visión.
Vio la luna llena radiante de cándida luz excepto en una
parte. La luna estaba atravesada
diametralmente
por una línea recta y oscura que
deformaba la claridad. La beata Juliana entendió al momento
la revelación que se le confiaba. El significado decía que
en la Iglesia faltaba una fiesta en honor del Santísimo
Sacramento. Confía su revelación -convertida en anhelo- a su
confesor, no sin antes haber hecho partícipes de la
confianza en ella depositada a otras dos religiosas Eva de
San Martín e Isabel de Huy. Tres mujeres al pie de la cruz.
Ahora tres mujeres –fragilidad en oración en la base de la
fiesta del Corpus. Juan de Lausana consulta antes de dar su
juicio y recurre a los teólogos más precisos que tiene en su
diócesis: Hugo de Thierry, provincial de los dominicos y el
archidiácono de Lieja, Santiago Pantaleón de Troyes. De ahí
al Obispo, Roberto de Torote, que instituye en su diócesis,
la celebración de una fiesta obligatoria del santísimo
Sacramento para el jueves después de la octava de
Pentecostés. Han pasado treinta y ocho años, estamos en el
año 1246. Comienza la solemnidad del Corpus Christi en el
año siguiente.
No fue fácil la difusión de la Solemnidad, pero los
promotores por designio de Dios, ocupan puestos de
relevancia donde pueden seguir en su insistencia de
adoración al Santísimo Sacramento. Tres son los objetivos
que predican: confirmar la fe en al Eucaristía; luz y fuerza
para los hombres adoradores del Sacramento; reparación de
las injurias que recibe Cristo en la Eucaristía.
El antiguo archidiácono de Lieja es ahora papa desde 1261
con el nombre de Urbano IV. Titubeab a si extender la fiesta
a toda la Iglesia; pero Cristo que no cesa de pedir como
mendigo a la puerta de los grandes y de los chicos, se
muestra aun sacerdote peregrino,
que tenía sus dudas, mientras sus manos trémulas tomaban la
Hostia. Este sacerdote, en la iglesia de Santa Cristina de
Bolsena, vio transformarse la Hostia consagrada en carne
chorreando sangre viva hasta convertir los corporales en
sudario enrojecido por la sangre del Cordero inmaculado.
Milagro de Bolsena, año 1261. El 11 de agosto de 1264,
Urbano IV fecha en Orvieto la bula Transiturus de hoc mundo,
con la cual instituía para la Iglesia universal la fiesta
del Corpus Christi. «Las piadosas muchedumbres del pueblo
han de acudir a las iglesias y pueblo y clero se entreguen a
en tonar alegres himnos. En los cantos de alabanza
participen los deseos y sentimientos de todos; las bocas y
labios griten himnos por la alegría de la salvación. Cante
la fe, baile la esperanza, exulte la caridad. Aplauda la
devoción, grite la pureza y regocíjese la sinceridad…»
Con una lentitud alejada a las prisas de la actualidad, se
propaga la festividad del Corpus Christi. Ante esto Clemente
V renueva en ele Concilio Viennense, en Francia, el año
1312,la constitución de Urbano IV, que posteriormente Juan
XXII introduce en la publicación de las Constituciones
Clementinas en 1317 con las siguientes palabras: « la
reciente solemnidad del Corpus Christi».Setenta años después
de Lieja era todavía novedad.
¿Cuándo ha comenzado en Toledo la Procesión del Corpus?
Si resulta prete ncioso hacerla coincidir con la celebración
del rito eucarístico, parece que se ajusta a la realidad,
por analogía de
fechas con otras regiones españolas –dejemos por un momento
las autonomías, que no sé si en aquella época
habría menos que la escisión de estos días- y por la
preeminencia de la silla primada, situarla a comienzos del
siglos XIV. Ahora bien posiblemente, no comenzó con el
sentido que ha desarrollado a, lo largo de los siglos, sino
renovando el sentido del domingo de ramos y del jueves
santo. La idea pudo ser la bendición de los campos en los
cuatro puntos cardinales para ponerlos bajo la protección
del Señor de la Eucaristía. Al mismo tiempo, con el paso de
los años, se introduce lentamente la costumbre de leer en
cuatro altares, espaciados en el recorrido, los comienzos de
los cuatro evangelios. No se ceñía la procesión –teofórica
dicen los entendidos- la día del Corpus sino que otros
tiempos litúrgicos o festividades o acontecimientos del
pueblo eran ocasión apta para la procesión eucarística.
Desde el siglo XVI se celebra la procesión como la vemos hoy
día.
SIGNIFICADO DE LA PROCESIÓN
La estructura actual de la procesión es una prolongación de
la Misa. Por esta razón la procesión es continuación del
sacrificio durante el cual se ha consagrado la Hostia que se
mostrará en la Custodia a la adoración de los fieles -¿Cómo
se va a celebrar una procesión sin el significante? ¿Cómo se
puede adivinar el significado? ¿Qué se venera la Custodia o
al Señor de la Custodia?
En el lenguaje convencional o
coloquial o popular que tanto da, cuando se habla de la
Custodia se habla del ostensorio ese día la Custodia.
Cualquier otro
día se relata el cómo de la riqueza y hasta de la cantidad
de tornillos de la Custodia, pero no perdamos los tornillos
el día del Corpus, porque sin el Señor de la Custodia, a la
postre ni significado ni simbolismo. Para el Carnaval ya
están reservados los días.
A este don de Cristo responde la Iglesia con himnos y
cánticos, silencios generativos y
exclamaciones de admiración, complemento inefable de la
misma acción de gracias de la misa. Los cánticos son glosa y
explicación del Misterio, son ampliación del eco de la fe y
resuenan en resonancia cósmica de una humanidad que suspira
por vivir en caridad. Así se comprende la
invitación-interpelación a todos los pueblos, que se hagan
presentes en la adoración de tan augusto Sacramento.
UN RUEGO TOLEDANO
Volver… siempre volver al espíritu del pueblo que es el que
forma y vertebra al pueblo,
más allá de modas pasajeras, que cada año aparecen y luego
se ocultan porque el espíritu sostiene en vida lo que solo
en ocasiones se manifiesta. Y eso es Toledo en el Corpus. Un
pueblo donde unos gozan en la preparación, otros se afana en
el desarrollo y todos gozan con el entusiasmo de este año
como si fuera el primero que el Corpus se celebra.
Al Corpus nos e vienen a mirar sino a admirar. Que para la
mirada quedan muchas horas, pero la admiración, cuando es de
verdad, se convierte en contemplación y la contemplación
tiene su momento no cuando el hombre quiere sino cuando Dios
pasa y se hace presente.
Al Corpus no se viene a hablar sino a alabar. Cada palabra,
ese día, será comentario o será interpretación, puede ser
explicación o acotación, pero cada palabra tiene un eco y
una resonancia de adoración.
Cada uno tiene su palabra pero todos ese día tienen un solo
corazón y una sola lengua. Canta y no te canses. La gloria
es excelsa. Canta y no calles. Toledo, en el Corpus,
convierte su roca en grito y la vaguada en armonía, como
hosanna cósmico, el Señor de la Paz. Toledo es el Corpus en
eternidad. |